lunes, 8 de agosto de 2011

Puerto Montt Express.


Dicen que es peligroso,
preguntan mi nombre,
me llamo Almendra,
ayer Camila.

Amistoso el mochilero,
sobrio en su ebriedad,
que invita a pasar el rato.

El anciano lleno de fantasias,
alimento mis oidos
con historias de idioma y guerra:
¡matina per la mattine!,
parle italiano.

Tiene esa pintura casi infinita,
que se detuvo en el presente,
creo teme al futuro..

Puerto montt tiene muchos ojos,
me invitaron a seguirlos,
pero no atrevieron seducirme;
miradas serias impresionadas.

La señora Marta advirtio del peligro,
la acompañamos con su chocolate
a comprar un copete,
queríamos café
y nos ofrecio un par de tragos.

Los mochileros saludan por tu licencia:
la mochila,
te la quitas y te olvidan,
pero miran.
Se engañan, da risa.

Tres conquistadores
como un café al autoservicio,
mantuvieron mis pares abiertos,
pero solo uno llamo mi atencion,
el argento,
de ojitos tempera,
piropeo a mi sueño,
a mi par entrecerrado.
Decían los palomos
ser futbolistas,
y ofrecieron engaños para alucinarnos.

A mi hospedaje favorito:
esperar al sol,
me acompaña la luna,
la señora Marta y su chocolate,
Puerto montt y sus derivados;
la hediondes y la extrañeza,
mi corta estadía
y las piernas; mi mesa.


Paolispy.

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