Desde hace un tiempo,
mi sensibilidad ha incrementado
a tal punto ya siento debo escapar de la gente.
Mi familia condujo hasta la feria comercial de los días domingos.
Habitualmente compramos baratijas;
gangas, para complacer las vanidades hogareñas,
en el fondo: para regalonear en sentido general.
Sucede que al bajarme del auto,
mi padre toma mi mano y dirige en camino.
Cuando nos entramos a la masa conductiva olorosa y calurosa,
aveces hasta manoseada de la feria;
que posee ramificaciones tal a una raíz inmensa de ropas,
frutas y artefactos reproductivos,
levante la mirada, ya no me llamo la atención el producto;
mas bien el comerciante, ya el comprador, don Juan o aventurero.
Pero observe a cada par que me agarraba: niños, ancianos, jóvenes,
y mis ojos se quemaban.
Vi a una mujer, me aviso con su vista baja,
que algo le aquejaba,
me contrajo el pecho, fue intriga innata,
sin compartir vivencia alguna.
quede implorando alguna repuesta.
Ya una vez perdida en la multitud
observe algunos trapos viejos,
entonces una nena bajo los cinco años
me vio antes que la descubriera,
ensalo sus lagrimas en mis ojos,
poso su grito en mi oído
y en mi pecho su dolor.
Déjame pueblo húmedo,
deja mi presencia desdeña,
deja que pueda olvidarte;
que mis pies suelten su tierra para poder rodearte,
súplica, súplica de ruego,
súplica a suspiros,
que me resfrió ya con tu frío.
Súplica al pueblo húmedo.
Paolispy
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